De piedra el peso de mi sombra,
de acero el cierre de tu cama,
quizá sola yace ahora en tus noches,
quiza llore mi sudor que clamaba.
Recogida mi ropa olvidada,
desteñida la piel que te hablaba,
blanca de la cueva en la que esconde,
lágrimas por mí que enjutas me desgarran.
Que días aquellos de cuerpos en cadena,
que noches aquellas de recreo y carcajda,
que turbia la vida de rocío ausente,
¡otro vaso! que me ahogo cada instante de serme.
Otro yo me posee y se duerme en mi cadera,
otras ganas me tienen y no son de tenerme,
otros días me aciagan de no encontrar mi imagen,
otra vida sin mí,
otro sainete,
otro duelo en la palabra
otra estancia,
otro marmol de frio me acomoda,
otra viscera ruega el cáliz de la muerte.
Un gran poema, sin lugar a dudas, con esa tristeza que produce emoción en el alma. Besos a tu corazón.
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Muchísimas gracias, mi intención es llegar ahí, al alma. Besos
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