Amigas

Los sueños y las esperanzas de los quince años paseaban juntos mañana, tarde y noche en una localidad costera de Tarragona, disfrutaban de la playa en la mañana, recorrían los pubs por la tarde e intentaban alguna escapada de noche.

-Se acabó, no podía más

-No se aún cómo has soportado tanto

-Yo tampoco, pero estoy aquí

-Bienvenida, ya casi se me hacía imposible ir a visitarte

-Lo sé, a ti y a todos

Ellas eran amigas desde la infancia y juntas habían crecido como su amistad, una era la timidez, la bondad, la transparencia, la sencillez, la otra era el ímpetu, la fuerza, el conflicto interior, los sueños. Se complementaban perfectamente, eran un tándem extraño nacido para durar, porque sin darse  cuenta se daban una a la otra lo que necesitaban, prudencia, imprudencia, vitalidad, calma… una balanceaba a la otra y entre las dos creaban un equilibrio que las hacia avanzar juntas en la vida, pero por aquel entonces ninguna de las dos imaginaba que unos años más tarde se necesitarían más que nunca y que las dos necesitarían darse mucha fuerza, porque aquella vida que aquel verano se les antojaba tan placida y a veces aburrida no se lo iba a poner fácil.

-Que vas a hacer ahora

-De momento regreso, he venido a respirar

-¿Podrás?, ¿No tienes miedo?Sigue leyendo «Amigas»

Sueños de Eros

Lo encontró en la esquina de un bar, bebía cerveza, Sara lo observó largamente desde otro rincón protegida por la semioscuridad de esos locales donde los clientes se mueven entre las sombras, amagando sus deseos mientras deciden o no cobrarse una presa determinada, ella estaba sola, esperaba a una amiga que siempre llegaba con retraso, él era atractivo, y estaba mirando en su dirección, le dio un trago a su copa y miro hacia la puerta, esa noche, como todas la últimas, solo le apetecía conversar y bailar, meses atrás herida por una elección equivocada había decidido abandonar la caza, pero Carla parecía tener otros planes para ella y no llegaba nunca….

Llevaba allí sentada apenas quince minutos, pero en aquel momento se le antojaban una eternidad, sentía una mirada clavada en su cuerpo de manera continua y sabía de donde procedía, pero no se atrevía a mirar, su ojos viajaban de la pista a la puerta y demasiadas veces a su copa, y después del último trago dirigió su mirada hacia él, y esta vez su observador a su mirada, le añadió una sonrisa, era una sonrisa más que bella, tentadora, y cayó en la tentación y le devolvió la sonrisa y el hombre de la esquina decidió abandonarla y emprendió el camino hacia el cuerpo que había estado observando.

Lo siguiente que sintió fueron unos labios sobre los suyos y su mente le gritaba que los apartara y el resto de su ser que los saboreara y venció el deseo y la mente le echaba la culpa a Carla por retrasarse, pero ella permanecía inmóvil devolviendo ese beso interminable.Sigue leyendo «Sueños de Eros»