Llegó a casa, se quitó los zapatos, o casi los lanzo porque el agotamiento tras doce horas de trabajo intenso no le permitían un gesto más de fuerza, desde que Laura decidió escapar de la trampa en la que había estado encarcelada durante años las horas de trabajo en aquel mundo convulso y azotado por una parálisis económica enquistada entre los más necesitados la habían abocado a una nueva vida agotadora y en la que la soledad se instalaba en sus noches, sin embargo, con una sonrisa, acerco el botón a la posición de encendido y de repente la transportaron a un mundo mejor, solo era una voz, pero era su compañera que noche a noche arrinconaba aquella soledad desde hacía unas semanas…..
-Son la cinco de la mañana, como cada día vamos a dar un repaso a las temperaturas, España amanece cubierta……
Ricardo acababa de llegar a su puesto de trabajo, durante horas la conversación más larga en un día normal sería un saludo educado o un par de frases sobre la vida, de esas que se dicen al azar en momentos que sentimos que debemos decirle algo a alguien simplemente porque aparece en una parte de nuestro día y nuestras miradas se cruzan…
Sonrió, su amiga le hacía compañía, tenía unos amigos invisibles que le acompañarían hasta las cinco de la tarde, cuando su compañero le sustituiría a él y se quedaría en la compañía de aquellas voces amigas que en el silencio de la noche, cuando los saludos desaparecerían y la oscuridad ocuparía cada rincón hasta hacerse un silencio en que solo la noche y aquellas voces acompañan los minutos de los que viven cuando el resto se han entregado o sucumbido al sueño…Sigue leyendo «Las voces de la vida»
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